martes, 21 de septiembre de 2010

¿Por qué no nosotros?

¿Por qué nosotros, los hombres, no nos metemos con el tema del aborto? ¿Por qué no opinamos, no escribimos, no debatimos sobre el tema? O mejor dicho, modifico mi pregunta inicial ¿Debemos dejar a nuestras compañeras mujeres solas en un tema que nos incluye a todxs? Me parece injusto e incluso, me animaría a decir, una actitud de cobardía y de falta de compañerismo hacia ellas.

A nivel de los medios de comunicación, solamente las mujeres parecen ser las interesadas. Sin embrago, el tema del aborto es de vital importancia hoy en día para todxs. Es tan importante que los hombres necesitamos prestarle atención y escribir, reflexionar, discutir, pensar, activar sobre él y su necesaria legalización. El aborto no es solamente un tema de mujeres. Vivimos en sociedades patriarcales donde sigue siendo cierto que usualmente son las mujeres quienes tienen que preocuparse por la anticoncepción. Obviamente los hombres estarían más involucrados emocionalmente si este tema afectara sus propios cuerpos.
El tema del aborto debería ser uno de tópicos centrales de los planes de educación sexual que se trabajan en las aulas de las escuelas y por ende, incluye a todxs, chicas y chicos. Desde mi experiencia personal puedo dar fe, como docente de una escuela secundaria del conurbano bonaerense, que las veces que se me han acercado alumnas a contarme su experiencia, o pedir consejos y demás, fueron siempre ellas solas, nunca acompañadas por sus parejas y mucho menos ellos. La figura del hombre brilla por su ausencia, no sólo físicamente sino también en los discursos que ellas enuncian; los hombres son una presencia ausente, casi fantasmal. El principal problema en el que se debería hacer foco es en reducir los embarazos no deseados proporcionando educación sexual y anticoncepción desde la adolescencia, y haciendo que la píldora "del día después" estuviera ampliamente disponible.
Lógicamente sólo las mujeres pueden embarazarse. Son ellas quienes tienen que cargar al feto durante nueve meses, cuya salud física y psicológica se ve comprometida por el embarazo. Y, tristemente, en muchas ocasiones, aun estando en pareja, es la mujer quien tiene que soportar las consecuencias de un embarazo no deseado.
Es sabido que, ante la noticia del embarazo de la mujer, muchos de los “hombres embarazadores” deciden abandonarlas, no haciéndose cargo de las responsabilidades que les corresponden y dejando a las mujeres solas frente a la decisión de seguir o no con el embarazo. Y en caso de que la mujer decida abortar, ella sola deberá transitar por todo el proceso doloroso, tanto físico como psicológico, de afrontar semejante decisión.
El aborto nos plantea a los hombres no pocos problemas que van más allá de la solidaridad con las afectadas. El primero, de responsabilidades. Los hombres no parimos pero sí embarazamos. Siempre que, por ejemplo, mantenemos relaciones sexuales con una mujer sin usar preservativo asumimos la posibilidad de provocar un embarazo y, por ende, también deberíamos asumir las decisiones posteriores que se tomen al respecto.
El segundo, de libertades, porque se trata de una reivindicación democrática insatisfecha que limita la libertad de las mujeres de decidir sobre sus propios cuerpos.
El tercero, de equidad de género. Las mujeres no necesitan el consentimiento de su pareja ni de nadie para abortar. Es una decisión que debe pasar exclusivamente por la cabeza de la mujer quien es quien deberá llevar adelante su embarazo. Seguramente que el acompañamiento de la pareja la ayudará, pero justamente se trata de eso, de acompañar la decisión que tome la mujer.
Entonces, sostengo, como muchos otros hombres, que todxs como sociedad, necesitamos una ley que les permita a las mujeres interrumpir el embarazo sin riesgos para su salud, su dignidad o su libertad de decisión. Es hora de que los hombres empecemos a acompañar a las mujeres y activar personalmente los reclamos que tienen que ver con mayor igualdad de género, porque de esa manera crecemos todxs como sociedad, una sociedad basada en el respeto, la equidad y la libertad.

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